viernes, 7 de marzo de 2008
El Carisma
El carisma de los Heraldos del Evangelio se ve expresado en el sublime mandamiento de Jesucristo: "Sed pues vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto. (Mt. 5, 48).
Para el Heraldo del Evangelio, este llamamiento a la perfección no debe quedarse restringido a sus actos interiores, sino que se debe exteriorizar en sus actividades, de manera que reflejen a Dios. Eso quiere decir que debe revestir de ceremonial sus acciones cotidianas, ya sea en la intimidad de su vida particular, ya sea en público, en la obra evangelizadora, en las relaciones con los hermanos, en la participación en la Liturgia, en las presentaciones musicales o teatrales, o en cualquier otra circunstancia.
Esta búsqueda de la perfección significa no sólo abrazar la verdad, practicar la virtud, sino hacerlo también con pulcritud, con belleza, que puede ser importante elemento de santificación. No sin razón nos recuerda el Santo Padre, en la Carta a los Artistas, la oportuna enseñanza del Concilio Vaticano II:
"Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste a la usura del tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicarse en la admiración ."
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